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Sobre Las Vacunas-Origen Y Futuro








Este material ha sido extractado de la revista “Cuerpo-Mente”, N° 29, año 1994. Editorial Integral, de Barcelona

En el año 1989 el Grupo Médico de Reflexión sobre las vacunas realizó una revisión crítica de las vacunas y de las vacunaciones masivas. Los resultados de esta investigación apuntaban hacia una racionalización del calendario vacunal. A lo largo de estos cinco años los intercambios y contactos mantenidos entre el Grupo y personas de diferentes países y comunidades han hecho posible concentrar gran cantidad de información alternativa. Como grupo de reflexión, no se entra en el sí o no de las vacunas. Simplemente, se intenta convertir una información en fácil lectura para que el individuo pueda decidir sobre su salud. Es el ser humano quien se responsabiliza de su salud. El profesional sólo es un intermediario.

Cercanos al final del siglo, y con 40 años de experimentación sobre vacunas, merece la pena repasar su historia, sus beneficios, sus perjuicios e incluso plantearse su utilidad real.







Vacunación y Estado


En 1733 el empirista y racionalista Fray Benito Jerónimo Feijoo defendió en su Teatro Crítico la eficacia de las inoculaciones practicadas. Esta práctica era frecuente desde tiempo inmemorial en zonas de Castilla, Galicia, Escocia, Gales, Boston, Carolina, Dinamarca, China. A partir de 1750 se entabla una gran disputa entre los inoculadores y los detractores de dicha práctica.

En 1769 Guillermo Duchan se lamentaba de que este «utilísimo descubrimiento haya hecho hasta ahora progresos tan lentos».

A finales del siglo XVIII Edward Jenner descubre la vacunación de la viruela. Su aplicación masiva no se generaliza hasta finales del siglo XIX. Si a esto le añadimos que, en la historia epidémica, el siglo XVIII se caracteriza por la mortalidad de la viruela, que sustituyó a la peste, propia del siglo XVII, se hace más patente la no introducción de la inoculación en el siglo que le correspondía. Se suele ocultar que la introducción masiva de la vacuna contra la viruela llegó cuando sus estragos ya habían palidecido.

Ya en este tiempo las personas contrarias a la inoculación defenderán la aplicación de medidas preventivas y curativas. Los inoculadores responderán que el nuevo método tiene más eficacia que los tratamientos clásicos y que económicamente es más soportable.

Con la creación del estado moderno se da una invasión del saber médico. Lo que en el siglo XVIII había empezado alcanza en el XIX su plenitud máxima: se organizará la sanidad pública, siguiendo una jerarquía y extensiva red al estilo militar y que tendrá como objetivo principal el control de los hombres y mujeres. El despertar de la clase médica hacia la salud pública en la segunda mitad del siglo XVIII se hace extensivo a filósofos, economistas, políticos, comerciantes, artesanos y fabricantes…, en definitiva, la nueva clase burguesa emergente hace de lo público el gran instrumento que la define. El liberalismo económico necesita el Estado para ordenar a esa masa de individuos. Hospitales, manicomios, hospicios, escuelas y prisiones florecieron al amparo de la nueva consigna de progreso y libertad. Y es a través de estas instituciones, principalmente de escuelas y orfanatos, donde la implantación de la vacuna se impondrá.

El saber médico encontró en esta nueva etapa un buen jardín en el que florecer. La salud se convierte en una cuestión de estado. El médico trabajará para la salud pública y sólo en un segundo acto para el individuo al que ofrece sus servicios. Durante todo el siglo XIX, ante la resistencia de gran parte de la población a vacunarse, los alcaldes constitucionales de las ciudades publican edictos de obligatoriedad y de represión. La obligatoriedad por la ley aparece cuando se configuran dos extremos: uno que ve necesario algo; otro que no participa de esta necesidad. Acaso sea en este doble saber y lenguaje donde podemos encontrar comprensión a la resistencia a la inoculación primero y a la vacunación después. Hombre de estado parece ser aquel que, una vez ha configurado las individualidades, las suma para convertirlas en masa sobre la que estudiar y aplicar una estadística, una demografía, una legislación o una política.







Historia natural de las Infecciones








La mortalidad y la morbilidad infecciosas dependen en gran medida las condiciones socioeconómicas y ambientales de un pueblo.

Tenemos datos para afirmar que la mortalidad ordinaria era mayor en las clases menores cualificadas social y culturalmente. Si tenemos en cuenta la relación tan directa que existe entre los mecanismos de la nutrición y la resistencia a las infecciones, podemos decir que los que comen poca cantidad y peor son susceptibles de enfermar a través de un proceso infeccioso. Las epidemias infecciosas casi siempre se presentan después de un conflicto bélico o de una catástrofe ambiental.

Entre las enfermedades infecciosas más frecuentes del período comprendido entre los siglos XV y XVIII cabe destacar la peste (en relación a residuos), el cólera (en relación al agua), y la viruela. Con la aplicación de recursos económicos alimentos, sociales, vivienda y urbanísticos, saneamientos, se cierra casi una época de epidemias peculiares.

Durante el ciclo demográfico moderno (siglos XIII-XX) podemos distinguir dos épocas:

1) Desde finales del XVIII hasta la primera mitad del siglo XX. La morbilidad infecciosa está dominada por la tuberculosis, sarampión, tos ferina, fiebres entéricas, viruela, rubéola, difteria y poliomielitis. Durante estos años se observa un descenso progresivo de estas infecciones.



2) Desde I945 hasta nuestros días las epidemias infecciosas disminuyen de manera brusca a partir de 1945. Sin embargo, las vacunaciones masivas no comienzan a introducirse hasta el decenio 50-60. La vacuna de la viruela en el decenio 40-50. La de la polio 50-60. Vacuna D.T.P. decenio 60-70.

Vacuna Triple Vírica decenio 80-90. Vacuna de la gripe decenio 80-90. En estudios realizados en diferentes países de Europa, observamos que la morbilidad infecciosa era independiente de la aplicación o no de las vacunaciones. En esta última época, la morbilidad ha evolucionado hacia epidemias no infecciosas, de tipo degenerativo, y últimamente relacionada con los mecanismos de la adaptación y de la inmunidad. Algunos autores hablan de la relación multicausal en la nueva patología aparecida v sitúan al fenómeno sociológico de las vacunaciones como una de las etiologías a tener en cuenta, tanto en alteraciones neurológicas como en las alteraciones inmunitarias.







Historia De Las Vacunaciones








A, partir del siglo XVIII (finales) se, comienzan a hacer intentos de vacunación masiva, obligatoria. En la ciudad de Girona, después del sitio de la ciudad (1809), para remediar en lo posible, la situación catastrófica de la población, las autoridades deciden crear «el comité de vacunaciones».

En los países nórdicos, en Estados Unidos y en el centro de Europa han sido muchas y muy diversas las epidemias estadísticamente recogidas, cuyos datos nos muestran hechos desconocidos.

Pasemos a detallar:

1) En el Congreso de Colonia de 1881 se examinaron las estadísticas de Londres. Se comparó el cinqueño 1819-1873 de vacunación obligatoria de la viruela.

En los cinco primeros años, en los que el número de vacunados llegó al 10% de la población, la mortalidad ascendía a 292 personas por año. En las que el número de vacunados llegó al 95% de la población, el promedio anual de muertes fue de 679 personas.

En el año 1881, sobre un total de 491 casos, 470 enfermos habían sido vacunados, o sea cerca del 96%.

La revista The Lancet (2-II–1880) expone las cifras siguientes: Suderlan: 95% de los afectados estaban vacunados.

Sherfflelel: 83,4% de los afectados estaban vacunados.

Londres 1901-1902: 70% de los afectados estaban vacunados.

En Filipinas, concretamente en Manila, antes de 1905 existía una mortalidad por viruela del 10%. Las diferentes campañas a lo largo de 1905-1920 incrementaron la mortalidad hasta



un 65%. Sin embargo, Mindanao, cuya población no había sido vacunada, conservó una mortalidad del 10%.

En el Hospital Godyear de Sumatra, el Dr. E.W.Diehl, responsable de las campañas de vacunación, comprobó que, tras la aplicación de tres dosis de vacunación, se observaba un incremento progresivo de viruela, por lo que se decidió suspender temporalmente el programa. En artículos recogidos por la revista Medicine et Hygiene de 1972 se hacen las siguientes observaciones sobre la poliomielitis: en Israel, Estados Unidos y Canadá, se introduce la vacuna masiva de la polio entre 1955-60.

Hacia los años 60 se observa un incremento de la poliomielitis. En América del Sur se observa un aumento del 30% con la introducción de la vacuna. En la isla de Madeira no se conocía esta enfermedad. En 1964 se introduce la vacunación.

Sobre la difteria, los Países Bajos y Suecia se prestan a una comparación interesante. La difteria alcanzó su apogeo en I944, pero con la diferencia de que los Países Bajos habían comenzado a aplicar las vacunaciones en el año 1939, mientras que Suecia no había iniciado el programa.

Lo mismo ocurre en Francia. Con la introducción de la vacuna se dispara la morbilidad de la difteria. Es a partir de 1940 cuando se dispara de manera alarmante.

Sobre la tuberculosis se han recogido observaciones interesantes: en Dinamarca, Francia y Noruega comienza a disminuir la tuberculosis entre los años 1896 y 1937, ya antes del empleo de la B.C. (vacuna de la tuberculosis). Sin embargo, entre 1939-1946, a pesar del empleo de la B.C.G la mortalidad no descendió.



En el libro Dout Get Stuck, el autor describe los efectos de la vacunación masiva de la gripe en el año 1976 en Estados Unidos. Debido a los efectos secundarios se retira el programa.

El New England journal of Medecine publicó en 1987 que de 175.000 a 600.000 soldados fueron contaminados con hepatitis B en el curso de una campaña de vacunación contra la fiebre amarilla. En el decenio 80-90 en Gran Bretaña se retira la vacuna de la tos ferina por sus efectos secundarios a nivel neurológico.

Los periódicos locales de Girona anuncian en fecha 12-08-88, la aparición de una epidemia de sarampión entre escolares ya vacunados. La Organización Mundial de la Salud (OMS) declara en el año 1978 la erradicación de la viruela. Sin embargo, casi diez años después se publican unos estudios en la revista Times que observan una relación en África entre los puntos de mayor incidencia del sida y aquellos países en los que los programas de vacunación de la viruela fueron más intensos.

En el periódico El País, en fecha 17-10-92 se publicó la retirada temporal de la vacuna Triple Vírica (rubéola, paperas, sarampión) por presentar efectos secundarios importantes y evidentes.

En diciembre de 1993 en los medios de información aparece la noticia de «Muerte súbita del lactante» en dos gemelas horas después de la vacuna D.T.P. v polio.







Inmunidad natural y artificial








La vida está extendida por todos los lugares y cavidades. Encontramos una infinita variedad de seres vivos que viven a expensas de nuestro organismo sin ser reconocidos como extraños. Es el caso de las bacterias y virus que habitan en simbiosis dentro de nuestras cavidades biológicas como el árbol bronquial, el tubo digestivo, el aparato genital, la cavidad bucofaríngea y la superficie cutánea. En términos generales podemos afirmar que las adaptaciones y equilibrios entre germen y huésped, además de ser positivas, varían a lo largo del tiempo. Sabemos en la actualidad que los cambios de temperatura, humedad, presiones, cargas electromagnéticas, climáticos, hábitos o ciertas modificaciones alimenticias, o alteraciones del estado anímico pueden variar la adaptación entre huésped y germen.

En el caso de bruscas adaptaciones y consecuentemente de cambio en el equilibrio, los gérmenes saprofitos pueden convertirse en patógenos. Sin embargo, parece ser compartido por toda la comunidad científica que puede existir un período largo de estado subclínico o terreno mórbido



que sólo puede ser conocido, aunque con dificultades, mediante una historia clínica y ciertas analíticas hechas en profundidad.

Las vacunas como fármaco biológico que son, tratadas unas en medio de cultivo animal, otras producidas por ingeniería genética, con la presencia de conservantes y adyuvantes, pueden considerarse como un elemento hiper-estimulador de las defensas específicas. Comenzamos a observar, manifestaciones referentes al efecto de las vacunas sobre los mecanismos de la inmunidad a corto, a medio y a largo plazo, desde las primeras horas postvacunales hasta el tercer mes postvacunal. Estas manifestaciones normalmente no son recogidas por los servicios nacionales de fármaco-vigilancia. En nuestra investigación «Programa Efectos Secundarios de las Vacunas» (PROESVA 1) iniciada en el año 1989 con cinco años de vigencia, hemos recogido 50 casos de complicaciones postvacunales, que salvo en dos casos, en ninguno de los restantes fue reconocido por las autoridades sanitarias.







Composición y efectos secundarios








La vacuna es un fármaco biológico que se compone de virus vivos (polio oral, sarampión, rubéola); bacterias (tos ferina, B.C.G., tifoidea, cólera), sustancia anantoxoide (difteria y tétanos); conservantes: beta-propiolactona, retirada al comprobarse su capacidad cancerígena (empleada en vacunas de la polio y de la gripe); hidróxido de aluminio como adyuvante en las vacunas de la difteria, tétanos, polio, tos ferina y hepatitis B (se considera como potencial alérgeno), antiséptico mercurial, como coadyuvante en las vacunas de D.T.P.; de la gripe (se considera como potencial alérgeno); antibióticos: sulfato de neomicina y kanamisina, la nistatina. Preservantes en las vacunas de la polio, rubéola, triple vírica.

Los efectos secundarios vendrán originados tanto por parte vírica y bacteriana como de los conservantes. Los primeros darían lugar a manifestaciones de tipo inmunitario retardado, mientras que los segundos producirían reacciones inmunitarias inmediatas.

Es de interés recordar que tras ciertas vacunaciones se han observado, en un 50% de personas, modificaciones objetívales en el traslado del electroencefalograma y en un 3,9% en la curva térmica.

Los autores, según el tipo de publicaciones, difieren enormemente en la descripción de los efectos secundarios o morbilidad pos vacunal: The Lancet (1988) y Pediatrics (1985) en ediciones españolas afirman que las reacciones postvacunales severas oscilan entre 1/100.000 y 1/300000 dosis. Según la liga francesa (1988), en su nueva publicación  llega a afirmar que la reacciones postvacunales ligeras (1/300.500 dosis), severas (1/20.000 dosis) y mortales (1/54.000 dosis).

El hecho de que la reacción adversa a una vacuna pueda afectar áreas-muy dispares del  organismo a lo largo del tiempo, sin que a veces se comprenda muy bien el mecanismo fisiopatológico implicado, ha hecho descartar como atribuibles a la vacuna reacciones que la clínica ha demostrado más tarde que bien podrían ser causadas por ella.  El problema es la poca consideración que merecen en las estadísticas oficiales ciertas reacciones adversas en principio pasajeras, pero de las que no se ha hecho un seguimiento a lo largo del tiempo.

Al personal sanitario formado en las universidades y escuelas de este país, pocas veces se le ha hablado de las reacciones adversas. Con todo este bagaje nos encontramos con efectos adversos que no son valorados justamente.



Entre los efectos secundarios de las vacunas cabe destacar:

  1. Sobre el sistema nervioso (encefalitis, parálisis, neuritis óptica, convulsiones, muerte súbita del lactante, meningitis, alteraciones, tonicidad…).

  2. En el sistema renal  (glonerulonefritis).

  3. Sobre el sistema hemático (trombocitopenies, púrpura, anemia).

  4. Sobre el sistema óseo/articular (artralgias, osteomielelitis).

  5. Sobre el sistema cardiorrespiratorio (neumonías, asma, taquicardia supraventricular).

  6. Muerte súbita del lactante (dentro del primer año de vida).

  7. Estado comatoso.  Parálisis cerebral.

  8. Glumerolonefritis. Diabetes.

  9. Ambliopatía severa.

  10. Paraplejia Guillem-Barré.

  11. Diversos estudios sugieren que la vacuna de la polio puede actuar como activador del virus de la polio presente en nuestro intestino. En el año 1984 se detectaron varios casos de polio posvacunal. La vacuna de la gripe puede producir nuevas infecciones gripales postvacunales. Se ha observado que la vacuna del sarampión puede desencadenar infección neumónica postvacunal.

  12. Según. El doctor William Forbes, director del Metropolitan Cáncer Hospital de Londres, las vacunaciones continuas y persistentes pueden engendrar un desorden celular por la acción dinámica de los gérmenes sobre el sistema inmunitario, por lo que no sería descabellado pensar que facilitan el terreno a las neoplasias o cáncer. Diversos autores franceses han señalado ciertas relaciones entre la vacuna B.C.G. y el desencadenamiento de leucemias.

  13. A nivel de auto-inmunidad hemos observado reacciones auto-inmunes del tipo Good.Goodpooture (con fallo renal y muerte posterior) en personas vacunadas de la B.C.G., con un buen estado de salud previo.







Aspectos legales y jurídicos


En enero de 1983, en carta dirigida al Ministerio de Trabajo, Sanidad y Seguridad Social, el Sr. Luis Cañada Arroyo expone a la Sra. Simona de La Rue el tema sobre la obligatoriedad de las vacunas. Dice lo siguiente: «En España todas las vacunaciones, salvo en situaciones sanitarias muy especiales, son voluntarias, no pudiendo por tanto exigirse ningún tipo de inmunización a un niño para frecuentar un establecimiento escalar-».

En el año 1993, en la III Asamblea de la Liga por la Libertad de Vacunación, la asesoría jurídica presenta el informe legal sobre las vacunas. En éste se concluye diciendo: «No existiría obligatoriedad en la aplicación de las vacunas si las condiciones epidemiológicas fuesen ordinarias. En caso de situación epidémica y durante un tiempo concreto podría aplicarse la vacuna en caso de correr peligro la vida de los ciudadanos».

A pesar de todo, existe una presión sutil hacia los padres para que vacunen a sus hijos. En muchas escuelas piden el carnet de vacunación y envían cartas «recordando» lo beneficiosas que son para los niños.







Propuestas








Explicaremos algunos aspectos más para ayudar a valorar concretamente la opción de cada persona.

1) Tipo de enfermedad infecciosa: entre las enfermedades infecciosas distinguiremos las benignas de las malignas. Entendemos por benignas las que evolucionan bien, casi sin complicaciones y que en algunos de los casos tienen un significado positivo. Entendemos por malignas las que evolucionan con muchas complicaciones y pueden desencadenar la muerte si no son tratadas.

Entre las primeras tenemos la tos ferina, sarampión, rubéola, paperas, gripe, varicela y fiebre tifoidea.

Entre las segundas tendríamos la tuberculosis, cólera, polio, tétanos y la fiebre amarilla.

Las enfermedades infecciosas como la difteria y la hepatitis pueden presentar complicaciones de forma muy variable e inesperada.

2) Tipo de vacuna: distinguiremos aquellas que son eficaces de las que no lo son.

Entendemos por vacuna ineficaz aquella que no supera el 50% de activación o que crea más perjuicios que ventajas. En este primer grupo estarían las siguientes: rubéola, difteria, tétanos, polio, fiebre amarilla.

3) Epidemia y enfermedades: existen ciertas enfermedades infecciosas que, una vez pasadas, nuestro cuerpo guarda memoria para toda la vida. Es el caso de la difteria, tos ferina, polio, varicela, sarampión, rubéola y paperas. Existen otras enfermedades infecciosas que no guardan esta memoria, es el caso de tuberculosis, cólera, fiebre tifoidea, gripe, hepatitis, fiebre amarilla. Si hemos enfermado de alguna del grupo memoria no hará falta vacunarse porque el cuerpo ya ha respondido y está inmunizado.

En el caso de que no se tenga constancia de la enfermedad siempre se puede hacer un análisis y averiguar cómo es la respuesta de cada uno. Es el caso de rubéola o la hepatitis.

Existen zonas geográficas donde ciertas enfermedades son endémicas (siempre están presentes). Es el caso del tétanos, cuya bacteria vive en zonas rurales; de la fiebre amarilla, en ciertas zonas África; el cólera… En estos casos podría ser conveniente pensar en vacunarse si la vacuna fuese eficaz.

4) La constitución o el terreno individual: no sólo se ha de valorar el tipo de vacuna, la zona geográfica, la enfermedad a prevenir…



Tener en cuenta la capacidad y modalidad de respuesta del individuo es un factor clave para no desencadenar reacciones adversas importantes.

La historia clínica o anamnesis vacunal juega un papel necesario en toda valoración u opción. Se ha de tener en cuenta la existencia de reacciones alérgicas familiares o personales, se ha de conocer la presencia o no de alguna enfermedad inmunitaria, neurológica progresiva o no. También es conveniente tener en cuenta si ha existido algún tratamiento con plasma, gamma globulina o transfusión en los tres últimos meses. Se ha de considerar si está embarazada o no. Si se ha pasado alguna enfermedad aguda recientemente. Si se padece alguna enfermedad crónica. Es importante considerar los antecedentes neonatales.

5) Dosificación farmacológica. Clásicamente en farmacología se hala de efecto sinergia de los medicamentos. Éste se refiere a la capacidad que tienen los medicamentos de sumar y potenciar sus efectos una vez actúan juntos. Esta potenciación puede ser causa de mayores y más frecuentes reacciones adversas.

También es necesario saber que los efectos secundarios pueden no aparecer en la primera dosis y sí en la segunda. Pueden aparecer también ligeras reacciones en la primera dosis y severas en la próxima.

Existen interferencias entre diversos medicamentos y vacunas. Las más conocidas son las xantines y antibióticos.

Teniendo en cuenta todos los puntos de vista expuestos pensamos que la vacuna puede ser útil si la enfermedad a prevenir es de las consideradas malignas; si la vacuna a emplear es eficaz; si la enfermedad maligna es pandémica (presentación masiva) y no actúan los factores económicos, políticos y nutricionales; si no existiesen factores predisponentes, y si se administra correctamente.

La vacuna se ha de administrar en forma única y separada de las otras. Cuando se acabe el ciclo de vacunación de la primera, se pasa a la segunda. Para evitar ciertas malformaciones no hay que ponerlas en periodo de fecundación y se aconseja esperar alrededor de seis meses después de la última vacuna para quedar embarazada.

Se puede plantear la interrupción de la vacunación cuando aparezca algún efecto secundario en la última dosis.

Dr. Xavier Uriarte

Dr. loan Mora







La Salud No Es Negocio, La Enfermedad Si


Periódicamente se producen nuevas campañas en pro de las vacunas. Es comprensible, porque su uso obligatorio es cada vez más cuestionado y controvertido, especialmente en las sociedades desarrolladas. Pero por otra parte aparecen los evidentes intereses comerciales que mueven a los laboratorios. Se trata de un tema delicado, porque el coste en investigación de cada fármaco nuevo suele ser altísimo, y por ello los fabricantes se ven obligados a amortizar sus gastos con las mayores ventas posibles. Al final suelen recuperar su inversión sobradamente, pero en el camino se debe convencer a la clase médica, a los políticos y al público en general con campañas cada vez más costosas. El asunto de las vacunas contiene todos esos ingredientes. De ahí que se ponga un interés tan refinado en desmentir con inusitada rapidez cualquier voz discordante.

Alguien puede poner en duda la eficacia de las vacunas, o al menos su uso «obligatorio» en los países desarrollados o con razonables condiciones de higiene, y sabe de antemano que tendrá enfrente una avalancha de contra informaciones y propaganda para desautorizarlo desde la misma raíz. Por eso conviene no olvidar que se trata además de un negocio que en su misma esencia ignora la relación clara entre enfermedad/inmunidad y los más elementales criterios de higiene y hábitos saludables.

Dentro de esa renovada campaña en favor de las vacunaciones a mansalva aparecen relatos científicos (de ciencia ficción, para ser precisos) según los cuales estamos a punto de contar con vacunas para cualquier trastorno. Es el antídoto mágico que solucionará, gracias a la nueva química y a la ingeniería genética…, incluso enfermedades degenerativas. Prometer es fácil.

Sin embargo, en ese contexto hay que ser prudentes. Tan prudentes como cuando, en determinados casos cuya gravedad y urgencia lo requieren, el médico naturista no dudará en recetar un antibiótico. Del mismo modo, la aparición de nuevos remedios, como el hallazgo contra la malaria del investigador colombiano Dr. Manuel Elkin Pata-RRoyo pueden ser muy útiles, o al menos relevantes o interesantes. Pero es poco razonable emplear un descubrimiento de este tipo como argumento para presionar, con más o menos sutileza, hacia la obligatoriedad de vacunación indiscriminada ante cualquier enfermedad.

En este caso se trata de un producto (no está tan claro que se pueda hablar de «vacuna») sintetizado íntegramente en laboratorio que, como hemos dicho, se revela útil contra la malaria. En una decisión que le honra, el prestigioso inmunólogo renuncia a hacer negocio con su descubrimiento y lo ofrece gratis a la Organización Mundial de la Salud, resistiendo las presiones y ofertas multimillonarias de las grandes empresas farmacéuticas multinacionales.

Su decisión ha sido casi heroica, en un terreno monopolizado por la cultura e intereses anglosajones; la misma publicación de sus trabajos en las revistas científicas acabó convirtiéndose en una auténtica odisea. En estos momentos se procede a las pruebas definitivas en África, continente en donde como es sabido la malaria es endémica en amplias zonas.

Lo que resulta cuando menos sospechoso es el uso tendencioso de un ejemplo, aún en estudio y sobre enfermedades no endémicas entre nosotros, para que nos obliguemos de un modo u otro a inocular vacunas a niños y adultos. Unas vacunas que, según grandes «especialistas» (más o menos relacionados con los intereses de los laboratorios) son imprescindibles para nuestra salud.

Aunque parezca casi increíble, en Europa existen -existimos- algunas personas no vacunadas. Es decir, que al nacer no nos colocaron ninguna de las supuestas vacunas obligatorias, que en la escuela tuvimos de presentar unos papeles falsos firmados por médicos heroicos y que nos acompañó la fortuna durante el servicio militar franquista. Hoy nuestros hijos pueden llevar el asunto con más dignidad. Si queréis más datos, las organizaciones contra la obligatoriedad de las vacunas podrán facilitároslos.

J.R.M.

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